sábado, 11 de agosto de 2007

Una Palabra

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron
en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.

Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, les dijeron a las dos ranas en el
fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas. Las dos ranas
no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de
saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.

Las otras ranas seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se
rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte
como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritó que dejara
de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la rana saltó cada vez
con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: "¿No escuchaste lo que te
decíamos?" La rana les explicó que era sorda.

Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del
hoyo.

Esta historia contiene dos lecciones:

1. La lengua tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida
a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarle y finalizar el
día.

2. Una palabra destructiva a alguien que se encuentre desanimado puede ser
lo que acabe por destruirlos. Tengamos cuidado con lo que decimos.

Hablemos de vida a aquéllos que se cruzan en nuestro camino. El poder de las
palabras... a veces es difícil comprender que una palabra de ánimo pueda
hacer tanto bien. Cualquiera puede hablar palabras que roben a los demás del
espíritu que les lleva a seguir en la lucha en medio de tiempos difíciles.
Especial es el individuo que toma tiempo para animar a otros.

Dispongámonos a ser especiales para los demás.

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