sábado, 11 de agosto de 2007

Carta al psiquiatra

CARTA AL SIQUIATRA de Antoine Roquentin III

¡Ay doctor!

Hace unas noches soñé que sobre la torre de mi PC hay un plato muy pequeño
lleno de agua tibia, en la que nada un pececito no menos bello que diminuto.
Al borde del platito, un niño que no llega a medir medio milímetro intenta
pescar al pez con el mediomundo más imperceptible que aún puedo imaginar.
Sobre la cabeza del pequeñísimo niño, un sombrero ínfimo con una margarita,
por uno de cuyos pétalos camina un microscópico bichito de los conocidos en
Uruguay como de "San Antonio", un cascarudito de caparazón roja con
lunarcititos blancos, sobre uno de los cuales una pulga ínfima oficia de
corcel para un príncipe liliputiense al rescate de su eterna princesa,
extraviada en otra de las innúmeras manchas de la misma bestia imperceptible
y atroz. En el cabello de la princesa inasible, un piojo sirve de montura a
otro príncipe, imperceptible también para el primero y no sólo para mí, que
busca por su cuenta a su propia princesa, cuyo anillo de brillantes
subatómico esconde nuevas sorpresas, y así hasta el infinito.

¿No seremos apenas una infección metastásica en algún órgano vil de un
tera-giga-megabicho sapiens que no concibe átomos más pequeños que, digamos,
el continente europeo?
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

¿Quien tendrá la verdadera respuesta ?...

Muchas veces nos hacemos problemas por cosas tan pequeñas que nos hacen
inclinar nuestra mirada no más allá de nuestra grandeza... si invirtiésemos
ese humano mecanismo de autodefensa o vaya uno a saber qué... quizá
apreciemos lo inmenso y gigante de nuestro pequeño gran universo y nos
daremos cuenta de que nuestra vida es una sol y no deja de ser una medida en
el tiempo...

No hay comentarios: