sábado, 11 de agosto de 2007

Date una oportunidad

Mi cuñado abrió el cajón de la cómoda de mi hermana y levantó un paquete
envuelto en papel: "Esto -dijo- no es un simple paquete, es lencería". Tiró
el papel que lo envolvía y observó la exquisita seda y encaje. La etiqueta
del precio mostraba una cantidad astronómica. "Jan compró esto la primera
vez que fuimos a Nueva York, hace al menos 8 o 9 años. Nunca lo usó. Lo
estaba guardando para una ocasión especial. Bueno, creo que esta es la
ocasión".

Se acercó a la cama y colocó la lencería junto con la demás ropa que íbamos
a llevar a la funeraria. Jan estaba muerta. Sus manos tocaron un momento la
seda y cerró de golpe el cajón y volviéndose hacia mí me dijo: "No guardes
nada para una ocasión especial… Cada día que vives es una ocasión especial".

Recordé esas palabras durante el funeral y los días que siguieron, cuando lo
ayudé a él y a mi sobrina a atender todas las obligaciones tristes que
siguen a una muerte inesperada. Pensé en ellos en el vuelo de regreso a
California. Pensé acerca de todas las cosas que ella no vivió, escuchó o
hizo. Pensé acerca de las cosas que ella hizo sin darse cuenta que eran
especiales. Todavía estoy pensando en esas palabras, y han cambiado mi vida.

Ahora estoy leyendo más y limpiando menos. Me siento en el porche y admiro
la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín. Estoy pasando más
tiempo con mi familia y amigos y menos tiempo en juntas de trabajo. Cuando
sea posible, la vida debe ser un patrón de experiencias para disfrutar, no
para sobrevivir. Estoy tratando de reconocer estos momentos ahora y
disfrutarlos. Ya no estoy guardando nada; usamos nuestra vajilla de lujo por
cualquier evento especial como bajar una libra, destapar el baño o la
primera flor de la primavera. Uso mi saco nuevo para ir al super, si me dan
ganas. Mi teoría es que si me veo próspera, puedo gastar 280 pesos en una
bolsa pequeña de despensa sin preocuparme. Ya no guardo mi mejor perfume
para fiestas especiales, los empleados de las tiendas y los cajeros de los
bancos tienen narices que funcionan tan bien como las de mis amigos en las
fiestas.

Las frases "Algún día" y "Uno de estos días" van desapareciendo de mi
vocabulario. Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo lo quiero ver, oír
y hacer ahora. No estoy segura de lo que hubiera hecho mi hermana si hubiera
sabido que no estaría aquí para el mañana que todos tomamos a la ligera.
Creo que hubiera llamado a algunos miembros de la familia y a amigos
cercanos. A lo mejor hubiera llamado a algunos ex-amigos para disculparse y
hacer las paces por posibles enojos del pasado. Me gusta pensar que hubiera
ido a comer comida china, su favorita. Pero sólo estoy pensando, nunca lo
sabré.

Son esas cosas pequeñas dejadas sin hacer que me harían enojar si supiera
que mis horas están limitadas. Enojada porque dejé de ver a buenos amigos
con los que me iba a poner en contacto "algún día". Enojada, porque no
escribí ciertas cartas que intenté escribir "uno de estos días". Enojada y
triste porque no les dije a mi esposo y a mi hija con la suficiente
frecuencia cuánto realmente los amo. Estoy tratando de no retardar, detener
o guardar nada que agregaría risa y alegría a nuestras vidas. Y cada mañana
cuando abro mis ojos, me digo a mí misma que es especial. Cada día, cada
cinco minutos, cada respiro es un regalo de Dios.


"Date una nueva oportunidad para iniciar una nueva etapa en tu vida."

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