domingo, 12 de agosto de 2007

El Elefante

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. También a mi como a otros,
después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la
función, la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y fuerza
descomunal ... pero después de su actuación y hasta un rato antes de
volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una
cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada
en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo
pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y
aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal
capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría,
con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente:
Qué lo mantiene entonces? Por qué no huye? Cuando tenia cinco o seis
años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté
entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el
misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante
no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta
obvia: -Sí está amaestrado... ¿Por qué lo encadenan? No recuerdo haber
recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del
misterio del elefante y la estaca ... y sólo lo recordaba cuando me
encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mi alguien había
sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante
del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida
desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y me imaginé al pequeño
recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó,
tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no
pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió
agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y
al que seguía... Hasta que un día, un terrible día para su
historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que NO PUEDE. El
tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia
que sentís poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto
a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... Jamás ... intentó poner
a prueba su fuerza otra vez ... Cada uno de nosotros somos un poco
como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que
nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no
podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos
en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Crecimos
portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más
lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de
nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZON.

No hay comentarios: